Nuestra especificidad
T
odo colectivo organizado, de tipo religioso o no, tiene la idea u objetivo que constituye su razón
de ser. Es decir, la gente que se encuadra en algún tipo de organización lo hace por y para algo.
Esa razón de ser y la actividad que genera es lo que se puede considerar la especificidad del
colectivo
. C
o
m
o cualquier otro, ta
m
bién los grupos de
C
ristianos de
B
ase
, co
m
o el nuestro, tienen
su co
m
etido, sus objetivos, su especifidad que los distingue de otros grupos cristianos
. H
ace unos
años, con ocasión de un
E
ncuentro de
C
ristian@s de Base de Asturias
de los que se celebraban
anual
m
ente en
G
ijón, una persona de nuestro grupo estaba poniendo en el panel de anuncios de una
parroquia el cartel anunciador de ese Encuentro. El párroco le preguntó a qué venía ese afán
de distinguirse de los demás cristianos con títulos como el de «Cristianos de Base». Por toda
respuesta, nuestra co
m
pañera empezó a enu
m
erar la larga serie de órdenes religiosas existentes en
la Iglesia Católica: benedictinos, trapenses, salesianos, cartujos, jesuitas, dominicos, clarisas,
capuchinos, carmelitas (calzados y descalzos), lasalianos, franciscanos, teresianas, agustinos,
escolapios, jeróni
m
os, claretianos, trinitarios
, m
ercedarios,
m
arianistas
E
l párroco no pudo replicar
nada; el
m
ensaje estaba claro: la Iglesia oferta a quien escoge la vida consagrada o clerical toda una
serie de órdenes diversas, con sus propias reglas, sus propias tareas y objetivos. Se supone que
alguna diferencia habrá entre ellas pues de lo contrario no tendría sentido que no estuviesen
todos en la misma orden. Pero a los simples laicos solamente se les indica a qué parroquia
pertenecen, según el lugar en el que residen. Esto hace que las parroquias no sean verdaderas
comunidades pues sus
m
ie
m
bros lo único que tienen en co
m
ún es que viven en el
m
is
m
o barrio,
y lo único que hacen juntos es asistir a actos de culto nada participativos.
En efecto, la
m
isa do
m
inical, por la
m
anera en que se celebra, es un acto que tiene sentido por sí
m
is
m
o, sin ninguna i
m
plicación ni co
m
pro
m
iso, los asistentes lo perciben co
m
o el cu
m
pli
m
iento
de un precepto, sin
m
ás transcendencia.
Ocurre l
o
m
is
m
o con otros actos de culto
:
funerales, bodas,
bautizos
y en general todo tipo de actos o cere
m
onias religiosas: rosarios, via crucis, adoración
perpetua, procesiones, peregrinaciones
S
on actos que pueden ser útiles si contribuyen a una to
m
a
de conciencia sobre el
m
ensaje de
J
esús de
N
azaret.
E
special
m
ente, la
m
isa, la eucarístía, sería, el
m
arco ideal para que el colectivo parroquial to
m
ase conciencia de ser un grupo que co
m
parte
algo
m
ás que vivir en la
m
is
m
a calle, un colectivo que tiene un objetivo, una
m
isión que le asignó
el
M
aestro
J
esús y que tiene algo que ver con ca
m
biar las cosas del
m
undo para que éste deje de ser el
infierno que es.
P
ara que la eucarisa sea un factor que genere y pro
m
ueva ese tipo de co
m
unidad de
seguidores de
J
esús de
N
azaret, su celebración tendría que ser
m
uy distinta del culto aburrido, no
participativo, ritual, frío, pasivo, distante
que en realidad es
. P
or la
m
anera en que se realiza ese
ritual parece no tener
m
ás finalidad que una asistencia que es un fin en
m
is
m
a, sin
m
ás trans-
cendencia o co
m
pro
m
iso.
E
sta for
m
a de religiosidad se traduce en la existencia de una sociedad que llamándose
cristiana
,
en
realidad no vive los valores del
E
vangelio
. E
n toda
E
uropa y
Am
érica, gran parte de
Á
frica y otros
continentes, existe
m
ultitud de te
m
plos de las diversas iglesias cristianas.
M
uchas personas y lugares
de esa sociedad
cristiana
llevan no
m
bres de santos, de ángeles, de profetas
pero lo que ocurre
en esa sociedad no refleja en absoluto el esritu de las
B
ienaventuranzas, que son el programa del
Reino que Jesús quería instaurar
. D
os de las
B
ienaventuranzas tienen relación con la paz:
Bien-
aventurados los pacíficos porque ellos heredarán la tierra; Bienaventurados los que buscan la paz
porque serán llamados hijos de Dios
.
E
stá claro que estas bendiciones no alcanzan a la sociedad
que se dice cristiana
. D
urante los dos últimos
m
ilenios abundaron las guerras en las que inter-
vienieron cristianos, y
m
uchas de ellas fueron guerras precisamente entre cristianos. Por ejemplo,
la guerra en
U
crania: tanto en
R
usia como en
U
crania abundan los te
m
plos cristianos, la
m
ayoría de
Boletín núm. 21
- 22
de marzo de 2022
ellos son de la
m
is
m
a Iglesia
O
rtodoxa, y ta
m
bn algunos te
m
plos católicos, luteranos
P
ues bien, los
cristianos que asisten al culto en esos templos no rehusan
m
atarse entre ellos.
Y
los países de la
OTAN,
que tanta responsabilidad tienen en la generación de ese conflicto, pertenecen ta
m
bién a la
civilización cristiana, y en ellos abundan te
m
plos católicos, protestantes
… L
o que se puede decir
de todos esos
cristianos
es que no entendieron nada del
m
ensaje de Jes de
N
azaret.
A
las personas que ayudan y acogen a los refugiados de esa guerra y de otras anteriores ocurridas
en
Á
frica
, l
es alcanza la bendición de Jesús que dice
:
B
ienaventurados los
m
isericordiosos porque
ellos alcanzarán
m
isericordia
.
T
a
m
poco entendieron nada del
m
ensaje de Jesús los
cristianos
que
rechazan a los in
m
igrantes y refugiados y hacen bandera política de ese rechazo.
D
e los infelices
que huyen de los infiernos que los hu
m
anos he
m
os creado, Jesús dice:
B
ienaventurados los que
lloran porque serán consolados;
B
ienaventurados los pobres en espíritu porque de ellos es el Reino
de los
C
ielos
.
D
ecididamente, los valores del
E
vangelio contradicen los criterios con los que se
m
aneja el
m
undo, invierten la valoración que el
m
undo hace de las situaciones hu
m
anas conside
-
rando afortunados, bienaventurados a los infelices que sufren desdicha
. Y
ta
m
bién a los de coran
li
m
pio, a los que trabajan por la paz, y tienen ha
m
bre y sed de justicia, y son perseguidos por ello.
C
ierta
m
ente, en la
m
otivación de las guerras y conflictos que fuerzan la emigración de personas
está el egoismo, la codicia, el afán de explotación de los poderosos sobre los pueblos. Habla en
contra de los cristianos y sus iglesias el hecho de que durante dos milenios se acomodaron en
ese infierno y contribuyeron a su perpetuacn
. E
se cristianis
m
o tradicional no vive los valores del
E
vangelio
, m
argina y traiciona el esritu del
E
vangelio.
L
a enseñanza de Jesús es en esta sociedad
que se dice cristiana sólo un leve barniz cultural, no ca hondo en ella
. M
uy de tarde en tarde nuestra
Iglesia se horroriza de la desviación en la que incurrió y e
m
prende intentos de refor
m
a que acaban
fracasando
. E
l
C
oncilio
V
aticano
II
fue uno de esos intentos, y los dos pontificados anteriores al del
actual papa fueron una recaida en los vicios tradicionales de la Iglesia.
Y
ahora viene el
m
o
m
ento de aclarar cuál es la especificidad de los
Cristianos de Base
, lo que los
distingue de los cristianos que aceptan el
m
undo tal co
m
o es y se aco
m
odan a él
. E
l único signo de
voluntad de refor
m
a de la Iglesia del Concilio Vaticano II y que se concretó fue la
T
eología de la
L
iberación
. L
o de
m
ás fueron pequeños ca
m
bios de i
m
agen
. A
unque desapareciera el latín, y el
sacerdote se colocara detrás del altar durante la
m
isa, la Iglesia sigue siendo tan ritual, dog
m
ática y
jerárquica co
m
o sie
m
pre
. Y
lo peor del caso es que sigue integrada en el siste
m
a do
m
inante y
co
m
pro
m
etida en su conservacn
. E
se co
m
pro
m
iso con los poderes del
m
undo la llevaron a sofocar
la
m
encionada
T
eología de la
L
iberación
. L
as
C
o
m
unidades de
C
ristianos de
B
ase y otros grupos
afines, aunque lleven otro no
m
bre, son restos sobrevivientes de la ofensiva que los poderes
tradicionalistas de la Iglesia emprendieron contra el espíritu de reforma que quiso, que quiere,
recuperar el proyecto de Jesús, de construir en el mundo el Reino de Dios.
E
l
R
eino de
D
ios, cuyo progra
m
a son las
B
ienaventuranzas, postula la paz y la justicia
. Y
la paz es
precisamente fruto de la justicia
. Am
bas son inco
m
patibles con la explotación del ho
m
bre por el
ho
m
bre
. E
sto quiere decir que los seguidores del
M
aestro
J
esús so
m
os inco
m
patibles con siste
m
as
de explotación co
m
o el capitalis
m
o, el i
m
perialis
m
o.
E
ste sistema es responsable de la situación
inhu
m
ana a la que esn so
m
etidos
m
uchos pueblos, en
Á
frica, en
Am
érica
L
atina y otros lugares.
L
os
cristianos so
m
os convocados precisa
m
ente para construir un
m
undo diferente; no pode
m
os insta-
larnos en este y ser insensibles a la explotación que está teniendo lugar: la depredación del conti
-
nente africano, la violencia con la que se efectúa y el rechazo de los in
m
igrantes que huyen de ese
infierno, la
m
arginacn de la
m
ujer, en la sociedad y en la Iglesia, la
m
arginacn y violencia contra
los diferentes, la pederastia y todo tipo de abuso, la desigualdad y el elitis
m
o clasista
L
os frutos
de nuestra to
m
a de conciencia sobre esa proble
m
ática pueden parecer tan
m
odestos co
m
o lo son los
propios grupos de
C
ristianos de
B
ase, pero se ha de hacer lo que se pueda e intentar concienciar
a la ciudadanía de la necesidad de no apoyar siste
m
as políticos y bloques
m
ilitares co
m
o los que
fo
m
entaron la actual guerra en
E
uropa y
m
antienen la política de depredación i
m
perialista
. E
n el
contexto de una sociedad teórica
m
ente
cristiana” que no es coherente con el modelo de Cristo
L
ibertador, nuestras co
m
unidades de base deben insistir en lo que significa e i
m
plica ese
m
odelo.